En el sacramental.

Después de su discurso, dejó el púlpitó y caminó para dejar el estrado, al bajar los dos escalones se le atoró un pie y A cayó de rodillas.

Varias ideas me vinieron a la mente mientras ella estaba en el suelo: Que no le dolió tanto porque hay alfombra, que debía sentir mucha pena, que qué bueno que cayó de rodillas y no de otro modo porque se le habría visto todo, que seguro A se levantaba al instante, que nadie iba a recordar el discurso sino la caída, que las jóvenes a las que no les cayera bien de seguro se reirían por dentro, que no tenía de qué apenarse...

J se acercó para ayudarla, debió dar como seis pasos para llegar a ella, pero justo cuando llegaba, ella se levantó, rápido, en un movimiento y se fue a su lugar.

Yo estaba más cerca y solo traté de levantarme cuando vi que J lo había hecho. Me avergüenza no haberme levantado al instante. Me avergüenzo ahora, pero en el momento no creí que la joven necesitara ayuda. ¿Hay gente que no necesita ayuda cuando cae?  A se quedó de rodillas por unos segundos en los que no mostró dolor, sólo miraba hacia un punto, hacia su familia, supongo. Ella lo hizo bien, porque se cuando se levantó parecía que había dejado el incidente atrás. Ahora que escribo esto, me avergüenzo más porque está mal haberme querido levantar solo porque J lo hizo. Debí levantarme porque ser amable debería ser un reflejo instantáneo, pero pensé demasiado en todo, como siempre.

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